Una nueva semilla

De los muy pocos elfos que quedaban ya en la Tierra Media, entre los elfos de Lothlorien se podía oír algunos cantos, algunas risas y luces que aun mantenían iluminada a Lorien. Y la luz que parecía irradiar cada elfo era única, como su canto. Los cantos de la dulce Faellas se mezclaban entre el viento y llegaban a los oídos de los viajeros que muy poco podían entrar o salir de allí. Así gano el corazón de uno que hizo que la flor de su vida floreciera cada vez más, pero la primavera paso y los pétalos de esa flor se marchitaron un por uno lentamente y el amor de Faellas se fue con aquel viajero.

Los días y años pasaron, vivir en Lorien era olvidar el pasado, pensar solo en el presente.

La posesión de nuevos reyes en la Tierra Media hicieron que las puertas de otros pueblos se abrieran; pero la puerta que se abriría para el ser catalogado como el más oscuro en Orthanc seria la puerta de el corazón de Faellas. El rey de Mordor en ese entonces, nacido en cuna de elfos; padre de su primer amor. Un dia en la frontera sur de Lothlorien, se encontrarian, para defender la frontera de el enemigo no eran necesarias las armas sino las palabras que pueden ser tan mortales como ser herido por la espada de un nazgúl.

"Una figura altiva y envuelta en su negra capa, camina hacia la frontera sur de Lothlorien, cabalga sobre un caballo negro de pezuñas melladas. Al llegar a los lindes descabalga y echa hacia atrás la capucha mostrando en contraste una faz gentil y fría de linaje elfico. Tirando de las riendas acerca su caballo a un viejo y seco tronco y allí las ata acariciando su hocico."1.

Faellas celaba a Lorien y sus servicios eran para el reino. Ennoia reinaba en ese entonces y las relaciones con Mordor eran solo una estrategia para derrotarlo.

-"Soberano de Mordor, quien se sienta en trono de sombras. Tanta luz en Lorien os haría daño... pero perdonad mi intromisión, no es de esta forma en que se debe recibir a los visitantes en Lorien. Permitidme recibiros como os lo merecéis."

Detrás de un gran árbol, la figura de Faellas se asoma y mira con serenidad a el soberano de Mordor. Sin mostrar simpatía alguna se acerca un poco:

-"Mis disculpas señor de Mordor, ¿que os a traído por aquí?...No hace mucho que habéis entrado en Lorien. Decidme ¿cómo os puedo ayudar el día de hoy?"-

Sin reflejar emocion alguno hacia el soberano, pero palabras que no eran para recibir a un enemigo, odiarlo o amarlo, unirse y resistirse. Un tira y afloja.

Y es que no se podia mostrar debilidad alguno hacia el soberano porque su fama llegaba aun mas alla de ser un poderoso enemigo. Los gentiles y halagadores saludos de Khalisto eran solo un inicio para debilitar a aquel centinela que fuese mujer. Con cada elfa o humana trataba diferente, pero con Faellas guardaba un grato recuerdo, aquella vez en la posada de Lorien pudo ver de nuevo bailar a la elfa, oir los cantos y el ambiente en donde habia nacido.

"-Muchas gracias señor, yo siempre a disposición de mi reina y tomando precaución-"Faellas sonrío burlándose.

-"¿Que ganaría si os dejase pasar señor?-"

Faellas miro con seriedad a Khalisto y luego soltó un suspiro de resignación
sabia que tenia que dejarlo pasar era el plan de su reina. Pero como requisito para el soberano de Mordor tenia que vendarle los ojos.

-"Muy bien os guiare con mi reina, pero si son asuntos de guerra créame que por más que no le agrede mi presencia, ni a mí la suya tendré que estar presente.

Déjeme decirle que aparte de ser la mejor bailarina en Lorien soy el general de este lugar, así que mucho cuidado con lo que decís-"